A mí Nathalíe

A mí Nathalíe

A mi Nathalíe:

Hola mamita linda

Creo que es la primera vez que decido escribirte una carta y te cuento que no es nada fácil.

Primero me puse en la tarea de calcular los días transcurridos desde ese fatídico jueves 18 de septiembre de 2008, hasta el día de hoy. Y bueno han pasado 4.713 días.

¿Cómo ha sido mi vida en todo ese tiempo? Es una pregunta que quiero responder por etapas:

La primera fue la más terrible que un ser humano pueda recibir y tuvo su inicio ese jueves 18 de septiembre a las 10.05 minutos de la noche, cuando diste tu último suspiro y la casa se llenó de gritos, lamentos, voces que decían no, no, no… Nathalíe, porque te vas? y Ringo el perro que tanto querías, como si entendiera la situación ladraba y ladraba, haciendo más terrible la escena que se presentaba en la habitación, alrededor de tu cama.

Mi amorcito creo que fueron los 5 minutos más largos que vivimos tus hermanos, tu mamá, tus tíos y tías y los primos y primas  que a esa hora te acompañaban.

Mi amor luego fue un silencio colectivo, solo se oía un llanto contenido y se veían pañuelos que recogían lágrimas y lágrimas de esos rostros descompuestos.

La noche terminó cuando saliste toda arropadita hacia el sitio donde te iban a preparar para tu último viaje.

Los dos días siguientes fueron dedicados a recibir mucha gente que te quería despedir en esa sala Número 4 de la funeraria de la Candelaria, bautizada Santa María. El sábado fue el ritual religioso, donde había mucha gente, es un momento en que uno mira, pero la mente está en otro mundo…Después el viaje al cementerio.

La segunda etapa fue llevar tus cenizas a algún río o laguna, como alguna vez lo expresaste. No fue posible dejarte en la laguna de Guatavita, porque los guardias lo impidieron y entonces empezó un periplo por todo el sector, hasta finalmente ubicar una laguna. Esa laguna es la de Suesca y es allí donde en medio de un ritual familiar, esparcimos tus cenizas al viento. Me acuerdo que cuando alguien tomaba un puñado de tus cenizas y las lanzaba al aire, yo pensaba: Vuela mamita, vuela, el mundo es grande

La tercera etapa es de una absoluta soledad. La familia y amigos se han ido y en la casa solo reina el silencio y unos grandes deseos de claudicar.

 ¿Sabes que pensaba? : Esto no tiene razón de ser, la vida así no puede continuar…

 ¿Vamos a seguir viviendo sin tu presencia? No me creo capaz. Lo veo muy difícil.

Tu mamá era una cajita de lágrimas y se notaba en su cuerpo el cansancio y los efectos de tantos días y noches que pasó junto a ti, sin poder dormir y comiendo muy poco. Yo la miraba y pensaba que una madre es algo grandioso. ¿Cómo fue capaz de resistir tanto dolor?

Acompañarte, durante esos 75 días, sin descanso, sin reproches, solo deseando transmitirte amor, mucho amor y quizás darte esa fortaleza de resistir, pero que en el fondo ella no tenía.  A tus hermanos los abandonamos  y nunca supimos cómo enfrentaron esta situación.

Siguieron días y días de una rutina solitaria, en los cuales salía hacia la fábrica y tu mamá se quedaba en la casa, buscando fotos, documentos, en fin todo lo que tuviera algo de ti. Sin embargo, ese ejercicio le producía llanto, sufrimiento, reproches, incredulidad y cuando yo llegaba solo observaba sus ojos hinchados.

No sabe uno que hacer. Nada le gusta, nada le funciona…

Mi amorcito la situación cambió un poco cuando alguien nos sugirió buscar ayuda y conocimos la fundación lazos.

Entramos a buscar ayuda como al mes de tu muerte y la verdad lo hicimos con una incredulidad absoluta. La señora que nos recibió nos contaba que también había perdido un hijo por cáncer y que ella se había recuperado con la ayuda de otros padres. Yo la oía, pero pensaba eso es carreta uno nunca se puede recuperar. La señora nos dijo: ustedes en este momento están muy afectados, están muy vulnerables y estoy segura que nada les sirve, pero hagan el esfuerzo y asistan a las reuniones que en algún momento están menos vulnerables y dejan que su corazón se abra y sus oídos escuchen y de pronto algo que oigan los va a conectar y empezarán a hacer el proceso.

Pues mi amor te cuento que la mamá tenía razón y creo que como a los tres o cuatro meses empezamos a recibir mensajes tan bonitos que después de cada reunión salíamos con las ganas de volver.

¿Sabes que es lo que más molestó al principio?

Que el mundo siguiera andando. Uno quisiera que todo se detuviera, así como la vida se detuvo para nosotros. Me molestaba pasar frente a la universidad nacional y ver a los muchachos con sus morrales al hombro entrando a la universidad. Sentía rabia y deseos de acabar con todos ellos. Esto lo comenté en una reunión de grupo y uno de los padres me sugirió cambiar la ruta mientras iba aceptando tu muerte.

Te cuento que es una situación muy difícil. Un día me levantaba algo tranquilo, pero al poco rato estaba con una tristeza infinita, salía de la casa hacia la fábrica y en el trayecto me preguntaba por qué la vida era así. Me llenaba de rabia y me preguntaba ¿Por qué a mí? Aparecían gritos y lamentos acompañados de muchas lágrimas.

 Tu mamá llenó la casa de fotos tuyas y eso a mí me molestaba porque no tenía el valor de mirarlas. Pero en el grupo me decían: eso nos ha pasado a muchos, pero con las tareas que se van haciendo, la situación va mejorando.

Como te dije, el mundo siguió y muchas cosas han cambiado desde que tú no estás

Tus compañeros de carrera se fueron graduando, tus amigas y amigos poco a poco dejaron de visitarnos. Pero eso se entiende porque el mundo sigue andando.

Tus hermanos se casaron. Carlos Fernando tiene dos hijos: Jerónimo e Irene, Oscar tiene a Federico, Johann a Gabriela y Manfred a Violeta y Simón. Todos son muy pilosos y me encanta que te conocen por fotos y te nombran cuando utilizan tus cosas.

Utilizan todos tus juguetes. ¿Te acuerdas de la cocina? Pues juegan con ella, todo el tiempo cuando vienen. Los instrumentos musicales los han utilizado todos desde muy chiquitos y uno de ellos con especial dedicación: Es Jerónimo.

Cómo te parece que toca la batería, el bajo y la guitarra. Y vieras los avances que logra día tras día con la guitarra, cada vez aprende a tocarla muy bien. Y creo que sigue tus pasos: Formó una banda y ha tenido algunas presentaciones en el colegio. ¿Sabes cuál es el nombre de su banda? Titanio y además del colegio los han invitado a algunos sitios a tocar.

El año pasado apareció  un virus que llaman coronavirus y se extendió por todo el mundo. Ha matado mucha gente en varios países, lo cual nos obligó a estar encerrados varios meses para evitar el contagio.

Ante eso yo pienso: mejor que tú no estés, pero que va… es eso, un pensamiento.

Mamita han pasado casi trece años y seguimos asistiendo a las reuniones, pero con un papel de voluntarios. Alguna vez te dije, eso fue al principio, que si nos recuperábamos te prometía seguir un tiempo en Lazos, entregando un poquito de todo lo que había recibido y lo más importante lo haría en tu nombre porque aprendí que si la gente te conocía no era posible que murieras completamente. Y aquí estoy llevando tu mensaje a tantos padres que llegan a la fundación y sobre todo poniendo en práctica todo aquello que considero me dejaste como enseñanza en esos 8156 días o un poco más de 22 años que estuviste con nosotros

Quiero compartir contigo algunas  cosas que he aprendido a partir de tu muerte:

  • Que la muerte hace parte de la vida y como tal no debemos temerle. Ella es una compañía constante que nos permite entender que los seres humanos tenemos un principio y un final y que no es cierto que los padres se mueren antes que los hijos. Contigo aprendí, que eso es un mito.
  • Que debemos vivir con mucha pasión, como tú lo hacías en cada momento y en cada situación. Que el momento es ahora.
  • Que no me debía derrumbar, porque era darte el papel de mi verduga. Al contrario debía afrontar tu muerte con mucha dignidad.
  • Aprendí que la recuperación consiste en perdonar a los otros, aquellos a los cuales les atribuí alguna responsabilidad por tu enfermedad y muerte y también perdonarme por las decisiones que tomé en algún momento.
  • Aprendí que la recuperación consiste en aprender que hay alternativas y decidir entre la esperanza y la desesperación, entre actuar con fe en uno mismo o reaccionar con miedo o con resentimiento. Y que puedes decidir en disfrutar la vida en vez de llenarte de egoísmo y limitarte a sobrevivir.
  • Aprendí que la recuperación consiste en verte de otro modo: Te veo en una hermosa flor, en una alegre e inquieta mariposa, en el canto matutino de un pájaro que invita a escuchar y agradecer por la vida.
  • Aprendí que la recuperación consiste en sentir que soy humano y no hago eco a ¿Por qué a mí? O ¿Por qué a mi hija?
  • Aprendí que la recuperación consiste en trabajar en el proceso del duelo con mucho amor y que las cosas con amor suelen ser más dulces y realizables.
  • Aprendí que la recuperación consiste en valorar las cosas que me entrega la vida y enfrentar aquellas que considero injustas: con responsabilidad y dignidad.
  • Aprendí que la recuperación consiste en valorarte como un ser muy especial, que nos acompañaste por 22 años y a verte como el premio mayor que pasó por esta vida. Tiempo durante el cual dejaste una rastro luminoso y un recuerdo tierno e imborrable que me alimenta diariamente para seguir viviendo bien.
  • Aprendí que la recuperación consiste en entender que no soy dueño de nada y que no ejerzo control sobre nada o sobre nadie.
  • Aprendí que la recuperación consiste en aprender que la felicidad no debe ser la meta, sino el resultado de todo lo hago para conseguirla.
  • Aprendí que la recuperación consiste en entender que los seres humanos tenemos la capacidad de enfrentar las situaciones por difíciles que parezcan y que es una decisión hacerlo o no hacerlo.
  • Aprendí que la recuperación consiste en aceptar que no soy el mismo después de tu muerte. Ahora soy más compasivo, solidario, es decir; la vida me cambió y tú eres la artífice de ese cambio.

Mi amorcito siento que mi vida ha cambiado muchísimo y la verdad, me gusta esta parte de mi vida, pues mi corazón no guarda resentimientos, ni odios, ni rabia.

¿Sabes cuál es mi compromiso?

Seguir acompañando y sirviendo a los demás, en especial a todos aquellos padres que  pierden un hijo o una hija y llegan a Lazos.

Tengo un compromiso con la vida, contigo y con Lazos.

No te niego que por momentos aparecen recuerdos que van acompañados de algunas lágrimas, pero ¿sabes una cosa? Esas lágrimas no son como al principio, porque las acompaño con una sonrisa y el orgullo de haber tenido una hija como tú.

Y además pienso: un perfume fino es pequeño, costoso, pero a donde llega, deja el ambiente impregnado de un olor delicioso.

Y yo soy el portador de ese perfume llamado Nathalíe.

Mi amor te prometo que voy hacia adelante y disfruto de tu compañía en todos los actos de mi vida. Tú eres mi fortaleza.

Y por último te digo algo: esta carta fue la primera. Pero seguro no será la última. Porque te contaré algunas otras cosas que he venido haciendo. Pero lo haré cuando se cristalicen

Te amo y ahora te llevo a todas partes.

Tu taita: Luis Fernando.

Agosto 14 de 2021